Incluso para nuestro perro, la vida puede llegar a ser demasiado competitiva. Los perros pueden competir con otros perros y con algunos humanos para conseguir atención, para echarse en su sillón favorito o conseguir un objeto deseado como un juguete, por ejemplo.
La mayoría de los perros aprenden rápidamente cuáles son los límites, y dejarán que los humanos ocupen el primer lugar en el orden jerárquico de la familia, pero en algunos casos, los perros pueden llegar a amenazar (mediante gruñidos, ladridos o incluso mordidas) a aquellos que le impidan conseguir lo que desea.
Los perros demasiado posesivos
La agresión por posesión es el término usado para describir el comportameinto amenazador de un perro asociado a la posesión de algún objeto o lugar. A diferencia de la agresión relacionada con la dominancia, la cual se presenta por primera vez en perros adultos y es más común en machos que en hembras, la agresión por posesión puede observarse en cachorros y adultos de ambos sexos.
Aunque algunos perros que eventualmente muestren agresión por dominancia habrán sido muy posesivos cuando eran cachorros, no todos los cachorros posesivos crecerán convirtiéndose en perros agresivos.
La lucha interminable por el sofá
Cada noche, después de cenar decides ver un rato la TV en tu sillón reclinable ultracómodo. Y algunas veces cuando llegas a la sala, resulta que tu perro está ocupando tu sillón, y cuando intentas bajarlo comienza a gruñirte o a ladrarte. Quizá te ocurra lo mismo si intentas bajarlo de la cama o de algún otro mueble.
¿Te identificaste con esta situación?
¿Que puedes hacer si tu perro o cachorro te gruñe o intenta morderte cuando tratas de quitarle su juguete preferido o bajarlo de algún sillón? al igual que otras categorías de conducta agresiva, la agresión por posesión puede culminar en mordidas muy graves.
Debe enseñarse a los cachorros que tal comportamiento es inaceptable en la familia. Un método efectivo consiste en educar al cachorro para que suelte cualquier objeto al darle la orden. Comienza por darle objetos con los que muestre menos interés como ramas o palos, y recompénsalo cuando lo suelte después de habérselo pedido. Lo ideal sería que el perro soltara el objeto y se sentara en seguida.
La Prevención es tu mejor aliada: por ejemplo, no permitas que tu perro entre a la casa mientras la familia está comiendo, y si gruñe o trata de morder a alguien cuando intentan quitarle un juguete, no le permitas el acceso a ese juguete a menos que se encuentre aislado del resto de la familia.
Lo más importante es tener en mente que la agresividad, aún con toda la motivación del mundo, no puede ser “curada”, sino solamente controlada. Si tu perro sigue comportándose de la misma manera a pesar de todos tus esfuerzos, acude con tu médico veterinario para que te recomiende a un entrenador profesional.
“Siéntate”, ¡ Pero no en mi sillón !
Seguro que cuando le pides a tu perro que se siente, quieres que lo haga en el suelo y no en tu sillón favorito. A algunos propietarios no les importa que sus perros se suban al sofá, a la cama o incluso a la mesa, mientras otros están convencidos de que los muebles son únicamente para uso humano.
Una de las principales razones para manetener a los perros lejos de los muebles es el olor que dejan al estar ahí, y si a esto se agregan las marañas de pelo muerto que van quedando adheridas en la tela, creemos que lo ideal es que no debe permitírsele al perro subirse a ninguno de estos lugares.
Sin embargo, tu perro tiene varias razones de peso para considerar estos muebles tan atractivos. Una de ellas es que la vista es maravillosa desde ahí arrib.a Los animales pasan gran parte de su vida viendo todo desde el suelo, y al darse cuenta de que el panorama cambia totalmente al subirse a algún mueble, lo considerará como una ventaja sobre los demás, y deseará repetirla una y otra vez.
Otra razón es que el lugar en sí es cómodo, comparándolo obviamente con el duro suelo. Por supuesto que hay perros que tienen su cama propia, y sin embargo siguen subiéndose a los muebles. En estos casos, la razón principal es que el olor que las personas van dejando en cada mueble los convierte en lugares atractivos para el perro. Esto los hace sentirse seguros y más apegados a sus amos, especialmente cuando no están presentes.
Ayúdalo y rompe el hábito
Queremos recordarte que para enseñarle a un perro a hacer (o dejar de hacer) algo, lo ideal es que comiences desde que es un cachorro. Si permites que un perro se suba a tus muebles cuando es cachorro, lo seguirá haciendo cuando sea adulto. Un cachorro no puede entender que hoy está bien que lo dejes dormir una siesta contigo, pero mañana ya no. No debes permitir que lo haga ni siquiera de vez en cuando, pues lo único que lograrías sería confundirlo.
Establece las reglas y apégate a ellas siempre. Si has decidido que no debe subirse a los muebles, habla con los demás miembros de tu familia para que ninguno le permita esas libertades, ya que el perro lo seguiría haciendo cada vez que viera que tú noe stás cerca.
Cuando observes que tiene toda la intención de subirse, grita fuertemente ¡NO! para que el perro aprenda que eso no está bien. Si tu perro busca el momento en el que no lo estés cuidando para subirse, puedes utilizar repelentes para que no le parezca agradable estar ahí.
Si de plano tu perro continúa con este hábito, solicita la ayuda de un entrenador profesional para que juntos encuentren la forma de hacerlo desistir. Pídele a tu médico veterinario de confianza que te asesore en este sentido.